yacía a solas en su pieza, entre versos y miradas de amor.
de ilusiones, de esas buenas, de las mejores.
y es que estaba feliz, podridamente feliz. injustamente feliz. maravilladamente feliz. caritativamente feliz. extasiadamente feliz, real y utópicamente feliz.
por fin, comenzaba la lectura de su vida. ¿los libros son temporales?, ¿se manejan en un tiempo y espacio determinado...? ¿tienen principio y fin?... sí, pero también hay libros que se multiplican conforme al amor que con que se leen. para luego describirlos. ¿esa es la gracia no?
algo así como la "convicción".
estaba astiado de leer porquerías, las respetaba en la medida que le resultaban necesarias para alcanzar la plenitud, en lo más sensible del alma, le seguían pareciendo porquerías necesarias y funcionales.
pero no se trataba de un libro... era más. eran textos con colores, formas y aromas. era la perfecta apreciación artística de lo sideral en sus labios, la lectura que sólo los ojos en la cima de la luna pueden captar; viendo y fotografiando a las estrellas bailar, como si quisieran invitarlos. tan tangible como metafísico. tan romántico como sus muecas al despertar. tan eterno e infinito como la ilusión sumada al arduo amor. el amor real, al final del día y cuando cae la noche.
tenía sonidos, textos, guiones, poesías recitadas en escenas mudas... en blanco y negro, no por un egoísmo cromático, sino por la sugerente invitación de manera libre y subjetiva a los colores.
como una película, como la mejor película. de esas que marcan hasta lo más profundo los sueños, los encausan, los comparan, los mejoran...
yann tiersen - a quai (04:22)
pero hasta la comparación más poética resultaba discreta. este guión y esa narrativa eran aún más sugerentes. más inclusora. musicales, paradigmas y sueños.
como una sinfónica sicodélica con payasos, bailarines, bases de tango electrónica, cuadros impresionistas y copas de vino de honor... incluso discreta al compararlos hipopótamos azules recitando versos, acompañados con suaves violines.
era más, cada uno por su parte, todos juntos, a la vez y por separados; un escenario igualmente maravilloso.
el libro, la película, la obra, la banda sonora, los textos, la poesía, el guión y el amor.
yacía a solas en su pieza, entre aromas y orgasmos del alma. como los suspiros: orgasmos del alma.
de esos buenas, de los mejores.
estaba frente a una amalgama perfecta de sensaciones placenteramente amadas, y predictoriamente feliz.
inclusora, amante, compañera, futuras.
tan ciertas como los sueños. tan tangible como las ideas. tan real como la pobreza.
tan real, necesaria y justa como la libertad.
era una consigna que sumaba. sacaba lo mejor.
una mezcla, decenas de géneros de composición, cientos de estilos y subjetividades. era todo, lo infinito de su risa y lo profundo de su bondad.
no era un libro ni una película.
era ella
no era un sueño, era un ideal.
domingo, julio 11, 2010
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