viernes, noviembre 26, 2010


No nos ganará el desánimo ni la decisión impulsiva.
No hablamos de comprar esa u otra chaqueta en un mercado gris, en las decisiones de verdad, no se tiene ser impulsivo; y no hago mayor incapié ne el "gris", pues sí se está permitido serlo, porque junto a quien se ama y cuando se ama de verdad, el color no importa.

Hubo una vez -y sólo una vez en la vida- en donde amé como nadie nunca ha amado y como nunca nadie va a amar. Y me sentí dueño del mundo, y mejor que siempre, como en un sueño y mejor aún, porque no era un sueño, era realidad, pues tenía seguro lo único que quiero tener seguro en la vida, lo único cierto:
-Su mano en la mía
-Mi pecho en el suyo
-Un corazón que cruzaba distancias y que se dividía en dos. No dos corazones, sino de uno, dividido en dos.

Dos personas que entrelazaron sus almas para no soltarse nunca, porque así lo pactaron, y no cada cual por su cuenta, sino que en un pacto de a dos.
Fue un pacto que se hizo por siempre y sin caer en subjetividades, fue un compromiso que se selló no con deber hacerlo, sino simplemente por querer hacerlo.

Y la amé, y hoy hablar en pasado no resulta melancólico, porque no es sino el capítulo de una historia sin fin, que no tiene muerte, ni final.

Tropiezos? como todas, pero nunca un final.

Aquel día me reconocí, no era yo, era el futuro que hablaba por mis labios, era la proyección de una vida. No hablo de una idea de vida, sino de la vida... de esa que cuesta seguir, pero que siendo valiente y dando pasos firmes, sé que se puede seguir.

"Yo, yo nunca me había sentido tan feliz como ahora, tan segura (o) de mi misma (o). No sé lo que nos depare el destino, no sé donde estaremos de aquí a unos meses más, solo sé que pase lo que pase, estaré a tu lado, porque es eso lo quiero para mi vida, para mi presente, mi futuro, TU.

Vámosnos de aquí.

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