lunes, junio 07, 2010

VIOLETA Y CELESTE


hoy renococí el sincronismo perfecto. la biología se encargó de proyectar los sueños en los seres más animados del esférico y cubista planeta tierra.

eran dos niñas, muy pequeñas, cuyos nombres desconozco. ¿juguemos a que se llaman "violeta y celeste"?

repletaron el almacén de pronto y sin avisar. sus risas hablaban de un sincretismo -también emocionnal- envidiable, paz interior a destajo y tormetas de inocencia; de alegría.
violeta y celeste estaban allí con un motivo claro y trascendental. dulce por lo demás.

su madre había llegado hace un rato del trabajo y necesitaba comprar un poco de pan. fue en ese instante en donde la invitación a bajar del edificio para comprar pan cambió de rumbo y lógica.

violeta a cargo de sus audaces tres años, le exigió como condición inamovible que le comprase sus gomitas de colores; azucaradas y pegotes. eran su pasión. violeta no suele ser codiciosa, pero sí le gusta dar pasos firmes y aprovechar el día, una especie de "carpe diem".
celeste por su parte, no quiso desperdiciar más tiempo en su hogar viendo a un dinosaurio morado que ni si quiera acordona sus zapatos, porque no usa...

(¿les cuento un secreto?, a las gemelas no les importa si es hermafrodita, pero sí les parece un tanto truculento, y dudan de que no ocupe botines por no aprender aún a acordonarlos).

por lo mismo, celeste no iba a perder una opción concreta de obetener una gomita adictiva y susceptible a caries infantiles, por el mero hecho de ver a un pretérito gigante, que midiendo tres veces más de lo que medía ella y su hermana juntas, aún hablaba como bebé.

a ratos, a celeste el dinosaurio le parecía un tanto retrasado. a violeta le extasiaban los dulces.

las pequeñas no tenían nada que perder y muchas gomitas que ganar. eran visionarias, rudas, tiernas, desafiantes, atrevidas y muy decididas; bueno, les faltaba poco para tener la media decena etaria.

además, el ir a comprar con su madre, les parecía una suerte de emprendimiento, una oportunidad de negocio irrepetible, por lo menos en un corto-muycorto plazo de dos días. eran adictas.

sin mucho que hablar le pidieron amablemente al "tío pelado" sus gomitas de colores y sabores sicodélicos. el calvo y apolillado magnate que se esconde tras el mesón de abarrotes del barrio hace ya más de 50 caños, no dudó ni un segundo y respondióles a su petición con premura.
aunque no nunca terminó de comprender la lengua de las pequeñas, sabía que eso las movía. ya eran conocidas en el barrio por lo mismo.

pronto las pequeñas se colmarían con colores los bolsillos de sus ochenteras, escuetas y miniaturas chaquetas tipo "mezclilla".
no hubo mucho diálogo, esbozaban pocas palabras con fluidez. creaban entre ellas, un perfecto dialecto, con matices europeos y ribetes de lactantes.
no necesitaban más para llenar su saco de felicidad; 1) se tenían a ellas, iguales e irrepetibles, por siempre jamás, b) obtuvieron su tesoro y encima, III) tenían a su madre para abotonarles sus chaquetas.

hasta entonces yo sólo las miraba, las contemplaba y aunque violeta se cautivó con el rojo intenso de mi bicicleta, no le generé ningún tipo de envidia, yo había pasado a comprar leche, ellas; un universo de sabores cromáticos.

violeta y celeste eran omnipotentes, todo poderozas, ahora podían saborear la sinestesia del ácido del azul, o la azucarada y dulce tonalidad del rosado.

esta vez ganó el maravilloso y cautivador milagro de la biología, y la ilusión me ganó por "knockout".
si algún día vivo para tener gemelas, espero que sean como ellas, igualitas a ellas.



1 comentario:

  1. está claro lo tuyo hermano, lo tuyo es el periodismo escrito y escribir libros, novelas, cuentos y poesias!!

    me gusto el último cuento que escribiste

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